¡Bienvenidos al blog de Activa Fisioterapia! Como no podía ser de otra manera, la primera entrada tenía que estar protagonizada por el dolor, el motivo número uno por el que se acude a nosotros, los profesionales sanitarios.
A pesar de que todos estamos familiarizados con él, el dolor es aún un gran desconocido para la sociedad. Nadie quiere experimentarlo, pero lo primero que debemos entender es que el dolor es algo positivo, un mecanismo de protección. Imagínense que sin querer apoyamos la mano en un objeto caliente y no sintiéramos dolor. Probablemente no nos daríamos cuenta hasta que empezara a oler a quemado y las heridas en nuestra piel fueran irreparables. El dolor es una reacción a un daño real o potencial, es natural y necesario para nuestra supervivencia.
Pero, ¿qué es un daño real o potencial? Si han estado atentos a las líneas anteriores, probablemente les haya llamado la atención que incluyera la palabra «potencial». No, no ha sido un error. Para entender esto mejor, debemos diferenciar dos términos que son distintos: dolor y daño. El daño es un proceso objetivo en el que los tejidos del cuerpo se ven afectados por algún tipo de agente externo. Sin embargo, el dolor es mucho más subjetivo y variable según cada persona. ¿Podemos tener un daño en nuestro cuerpo sin sentir dolor? La respuesta es sí. Hay muchos ejemplos de individuos que acuden al hospital con objetos punzantes clavados, diferentes tipos de heridas o lesiones, y sienten muy poco o ningún dolor.
Por el contrario, ¿podemos sentir dolor sin que haya un daño en nuestro cuerpo? La respuesta, una vez más, es un rotundo sí. Y esta es la parte que más nos interesa en consulta, ya que ayuda a entender que
cuando acudimos a un profesional sanitario para aliviar el dolor, este no tiene por qué estar asociado a ningún daño en nuestro cuerpo. No tiene por qué haber nada roto, inflamado o deteriorado. El dolor es un mecanismo independiente del organismo y, como tal, puede anticiparse a situaciones previamente vividas, funcionar mal, activarse cuando no debería o permanecer encendido una vez se ha solucionado el problema.
Con esta información, tiene que quedar claro que el dolor, en situaciones normales, responderá a un daño en nuestro cuerpo, pero que funciona de manera independiente y, a su vez, está influido por muchos otros factores que pueden hacer que se active o se mantenga despierto cuando no hay un daño.
Profundicemos en este último punto para seguir entendiendo el funcionamiento del dolor. Vamos a ayudarnos de un ejemplo: visualicemos dos situaciones aparentemente parecidas pero muy diferentes.
Por un lado, tenemos a un corredor de élite que se está preparando para la carrera más importante de su vida y sufre una torcedura de tobillo. Por otro lado, tenemos a un montañista que se encuentra con un oso, echa a correr lo más rápido que puede y se tuerce el tobillo exactamente de la misma manera que el corredor de élite. ¿Quién creen que va a sentir más dolor? La respuesta es claramente el deportista de élite.
A pesar de que el daño en el tobillo sea objetivamente el mismo, la experiencia dolorosa de ambos individuos será muy diferente. El deportista tenderá a darle a ese daño una mayor importancia, ya que le puede impedir rendir al mismo nivel o incluso cumplir sus objetivos o sueños. El dolor se disparará por el contexto. Por el contrario, es probable que el montañista que huye del oso, a pesar de tener el mismo tipo de daño en su tobillo, no sienta dolor. ¿Por qué? Bueno, simplemente hay una amenaza mucho mayor cerca y el dolor, recordemos, es un mecanismo de protección que nos ayuda a sobrevivir. La conclusión que podemos sacar de estos ejemplos es, una vez más, que el dolor depende del contexto, las creencias, las experiencias pasadas y la situación de cada persona. Es completamente individual y, por tanto, no hay dos dolores iguales.
Para terminar esta primera entrada, me gustaría resumir las ideas más importantes y tocar brevemente otros temas derivados del dolor. En futuras entradas, hablaremos sobre cómo se transmite la información a través del cuerpo, el papel del cerebro como el gran gobernante de nuestro organismo y, por supuesto, nos adentraremos más específicamente en los mecanismos que provocan las reacciones dolorosas en una situación normal y cómo cambian cuando el sistema falla y se convierte en lo que conocemos como dolor crónico o persistente
Resumiendo, los puntos más importantes:
• El dolor es un mecanismo de defensa de nuestro organismo, no tiene porque tener una connotación negativa.
• La intensidad de dolor que experimentas no está relacionada directamente con la cantidad de daño que ha sufrido el tejido.
• Daño y dolor NO es lo mismo. Pueden existir de manera conjunta o por separado.
• El dolor es algo individual, depende de cada persona, de sus creencias, contextos y situaciones. No experimentamos el dolor de la misma manera que otra persona.